Había perfeccionado mi relación con los grillos.
Aprovisioné a cada uno de ellos, con una pequeña balsa que fabriqué con los corchos de los garrafones, y que ataba al carromato con un cordelillo. Todas las noches se hacían a la mar cantando como cascabeles, pero todavía no estaba satisfecha y le daba vueltas en mi cabeza a la idea de secuestrar también varias luciérnagas o de domar el fuego de San Telmo, para dar ambiente.
Caligrafié estas curiosidades en un cuaderno de notas, que improvisé con el envés de mi mano y me prometí obtener de inmediato una cajita de rapé y algo de tabaco, pues estaba pensando en fabricarme una pipa con un par de cocos, por ejemplo, ya que me sentía bastante capaz en aquel momento.
Pensar en tantos proyectos me dejó exhausta, así que me tumbé al pairo sobre el bisoñé y le di un tímido trago a un pequeño botellín.
Me traspuse en seguida.
Me despertó Pequeñín, excitadísimo y dando botes de dos centímetros a lo largo de todo el carromato.
Señalaba un punto en el horizonte y creí ver unas banderillas ondeando sobre lo que parecía ser un circo.
El Mesías chasqueó la lengua y remató la jarra de hidromiel que le quedaba más a mano.
Pele dijo, que podíamos echar un vistazo, que quizá aquellas gentes tuviesen viandas para compartir, porque estábamos los cuatro perdiditos de hambre.
Allá nos arrimamos, luciendo los sacos de arpillera. Todos menos Pequeñín, que se había vestido de puta para la ocasión.
Aprovisioné a cada uno de ellos, con una pequeña balsa que fabriqué con los corchos de los garrafones, y que ataba al carromato con un cordelillo. Todas las noches se hacían a la mar cantando como cascabeles, pero todavía no estaba satisfecha y le daba vueltas en mi cabeza a la idea de secuestrar también varias luciérnagas o de domar el fuego de San Telmo, para dar ambiente.
Caligrafié estas curiosidades en un cuaderno de notas, que improvisé con el envés de mi mano y me prometí obtener de inmediato una cajita de rapé y algo de tabaco, pues estaba pensando en fabricarme una pipa con un par de cocos, por ejemplo, ya que me sentía bastante capaz en aquel momento.
Pensar en tantos proyectos me dejó exhausta, así que me tumbé al pairo sobre el bisoñé y le di un tímido trago a un pequeño botellín.
Me traspuse en seguida.
Me despertó Pequeñín, excitadísimo y dando botes de dos centímetros a lo largo de todo el carromato.
Señalaba un punto en el horizonte y creí ver unas banderillas ondeando sobre lo que parecía ser un circo.
El Mesías chasqueó la lengua y remató la jarra de hidromiel que le quedaba más a mano.
Pele dijo, que podíamos echar un vistazo, que quizá aquellas gentes tuviesen viandas para compartir, porque estábamos los cuatro perdiditos de hambre.
Allá nos arrimamos, luciendo los sacos de arpillera. Todos menos Pequeñín, que se había vestido de puta para la ocasión.