¡Los mismos de siempre vienen ahí a segarnos!
¡Aplaude Paolo!
Es una pena que no tengamos siquiera una guadaña en las manos.
¡Penderemos pomposos!
Cómo si nada de esto hubiese pasado.
Cómo si tú fueses dios y yo fuese tu hermano.
Sí, ese, el bastardo.
Te pondré una corbata alrededor del pescuezo,
una falda de encaje y un sostén de cuero.
¡Y colgaremos, briosos,
del primer minibar que encontremos!
A dos carrillos,
semisonreiremos.
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