martes, 24 de febrero de 2009

Una persona y un Cíclope





Emprendimos nuestro viaje, no sin antes intentar materializar un poco de ropa para mí.
Conseguimos una toquilla y unas sandalias, pero no fuimos capaces de adquirir ninguna pieza de ropa interior.
Guardé cuidadosamente en mi mochila, junto con aquel diario, el uniforme que la putilla del puerto me diera tan amablemente, ya que nos sería muy útil para ganarnos la vida por aquellos caminos.
Pele visualizó un pitillo.
Creo que era feliz.
(...)
Interpreté magistralmente los versículos, uno tras otro, Pele aplaudía entusiasmado.
Rodaba emocionado sobre sí mismo, y daba brincos cada vez que Cristo hacía un milagro.

De repente, se paró en medio de una cabriola y adoptó la pose de un perro de caza, con desconfianza, husmeó un poco en el aire y rápidamente me dijo que había que huir de allí.
Me dijo que había tres ojos espiándonos.
Eché cuentas y predije que debían de ser una persona y un cíclope.

Salimos al trote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario